30 septiembre, 2020 por [email protected]
“Una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita es la herencia que san Jerónimo ha dejado a la Iglesia a través de su vida y sus obras. Las expresiones, tomadas de la memoria litúrgica del santo, nos ofrecen una clave de lectura indispensable para conocer, en el XVI centenario de su muerte, su admirable figura en la historia de la Iglesia y su gran amor por Cristo. Este amor se extiende, como un río en muchos cauces, a través de su obra de incansable estudioso, traductor, exegeta, profundo conocedor y apasionado divulgador de la Sagrada Escritura; fino intérprete de los textos bíblicos; ardiente y en ocasiones impetuoso defensor de la verdad cristiana; ascético y eremita intransigente, además de experto guía espiritual, en su generosidad y ternura. Hoy, mil seiscientos años después, su figura sigue siendo de gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI.”
De esta manera comienza la más reciente Carta Apostólica del Papa Francisco, “Scripturae Sacrae Affectus” escrita con motivo de los 1600 años de la muerte de san Jerónimo para recordar la importancia de la Sagrada Escritura en la vida del cristiano del siglo XXI.
En el desarrollo de esta carta apostólica, el Papa Francisco invita a mirar el ejemplo de san Jerónimo, un hombre de Dios que dedicó su vida al estudio de las Sagradas Escrituras y al la búsqueda y contemplación de Cristo en ellas. Su testimonio de vida se plantea como modelo para el cristiano de hoy al encontrar en la Palabra de Dios, la fuente de donde brota una verdadera vida de fe.
Asimismo, invita a las Facultades de Teología a profundizar en la metodología para el acercamiento a la Palabra de Dios, pues estas “deben esforzarse para que la enseñanza de la Sagrada Escritura esté programada de tal manera que se asegure a los estudiantes una capacidad interpretativa competente, tanto en la exégesis de los textos como en la síntesis de la teología bíblica”. Los estudios profundos de la Sagrada Escritura, como alma del quehacer teológico y una auténtica vida de oración, constituyen la mejor ruta para el conocimiento de Dios.
Con la expresión “amar lo que Jerónimo amó”, el Papa anima a los jóvenes a indagar e ir en busca de su herencia, aquella que han recibido en la Iglesia como resultado de dos mil años de Tradición. Este es un llamado claro al conocimiento y vivencia de la fe que se enriquece mediante el estudio y la contemplación de los grandes libros y de los grandes autores que, como Jerónimo, han puesto todas sus capacidades al servicio de Dios aportando a una mejor y mayor compresión del Misterio Revelado: “Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo que tenía para comprar «la perla de gran valor» (Mt 13,46)”.
Por último, después de haber recorrido la vida de san Jerónimo en clave de la búsqueda constante de Dios y su inquietud por el conocimiento, el Papa invita a los hombres y mujeres de hoy a vivir de tal manera el Misterio de Dios que la pasión por las Sagradas Escrituras dinamice la experiencia del seguimiento de Cristo.
“El centenario actual representa una llamada a amar lo que Jerónimo amó, redescubriendo sus escritos y dejándonos tocar por el impacto de una espiritualidad que puede describirse, en su núcleo más vital, como el deseo inquieto y apasionado de un conocimiento más profundo del Dios de la Revelación. ¿Cómo no escuchar, en nuestros días, lo que Jerónimo exhortaba
incesantemente a sus contemporáneos: «Lee muy a menudo las Divinas Escrituras, o mejor, nunca el texto sagrado se te caiga de las manos»?”.
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Con ocasión de la memoria de san Jerónimo y a propósito de la publicación de la Carta Apostólica Scripturae Sacrae Affectus, compartimos la Conferencia del Padre Mauricio Saavedra en el pasado Coloquio Internacional de TEORED, titulada “San Jerónimo, entre en amor a las letras y el deseo de Dios”.